Hora de decir basta

La idea central es anunciar que la Unión Cívica Radical ya no es viable, al menos para quien la piense como un instrumento idóneo para captar voluntades y sentimientos al servicio del mejoramiento de la sociedad.

El 26 de julio de 1891 la fundó Leandro Alem para enfrentar el pacto Mitre – Roca. La Unión Cívica se dividió entonces entre la Radical de Alem y la Nacional de Mitre. La oposición a un pacto le dio origen en tanto otro pacto, el de Olivos, marcó el principio del fin tal como lo describí con lamentable acierto en “La caída del Radicalismo”, Editorial Corregidor, 1995.

Los 120 años de vida que transforman a la U.C.R. en el más viejo Partido Político argentino no garantizan, por sí solos, que pueda cumplir 121.

Por el contrario, si lo pensamos como un organismo vivo, implícitamente estamos aceptando el final, como el de todos nosotros.

Su historia puede mostrar buenas y malas y quienes quieran informarse pueden hacerlo recorriendo una extensa y rica bibliografía tal como los 3 tomos de la “Historia del Radicalismo” de Gabriel del Mazo, el “Irigoyen” y el “Alvear” de Félix Luna, el “Alem” de Álvaro Yunque, el “Irigoyen” de Manuel Gálvez, las publicaciones de autoría de Raúl Alfonsín o los diarios de sesiones de las Legislaturas nacional y provinciales.

Siete turnos presidenciales y la existencia permanente en la escena nacional son un motivo de orgullo más allá de controversias, aciertos y errores.
Pero nada alcanza para disipar datos incontrastables.
La elección de Convencionales Constituyentes de 1994 para conformar la reforma constitucional nacida en el Pacto de Olivos inició el camino del final.

En la Provincia de Buenos Aires la lista de convencionales encabezada por el mismísimo Dr. Raúl Alfonsín recogió un mezquino 14 % de los votos, el porcentaje más bajo obtenido por la U.C.R. hasta entonces.

El comportamiento electoral posterior agravó la crisis.
Las CANDIDATURAS DE Masacesi ornamentada con manzanas y la de Angeloz con el lápiz rojo ya no sirvieron.

En 1993 fue la última vez que apareció la clásica boleta Lista 3 con el nombre de Unión Cívica Radical. La fórmula Moreau - Losada logró el 2,32 % de los votos en todo el País y el 1,1 % en la Provincia de Buenos Aires.
Ya no apareció más el nombre ni la identidad del Radicalismo.

Por primera vez en su vida en 2007 el candidato a Presidente fue un peronista, Roberto Lavagna y el nombre Una Nación Avanzada, (UNA).

Este año la denominación usada fue Unión para el Desarrollo Social, (UDESO) CON las alianzas contra natura y los resultados conocidos.

LOS Intendentes que pese a tanto contrapeso lograron imponerse, lo fueron por su capacidad y experiencia ganada con esfuerzo y firmeza de propuestas y convicciones. Los eligieron sus vecinos por sus calidades personales y no por su pertenencia partidaria.

La Historia de la Civilización nos enseña que el hombre siempre ha rendido honores a sus muertos ilustres.

La U.C.R. integra hoy esta lista.
Ese acto póstumo es el que debemos hacer los que hemos participado y por lo tanto colaborado con o sin voluntad con este final.

No tiene sentido pretender resucitar un cuerpo que ya no figura en el menú de opciones de la ciudadanía.

El abandono de los principios, su reemplazo por aventuras personales, la falta de ideas y formas modernas de hacerlas conocer, torna irreversible el fin.

No son los votos perdidos, son los sentimientos, los valores y las conductas abandonados.

El radicalismo entendido como un conjunto de pensamientos y normas éticas servirá a una nueva construcción.

La Unión Cívica Radical, el aparato administrativo manipulado entre unos pocos ya no sirve.

Es una cáscara vacía que solo alimenta un minué de mezquindades que a nadie interesa y que reclama un postrer acto de grandeza que baje el telón para preservar la memoria y las virtudes de sus grandes hombres y sus grandes conductas.

Los que lo entiendan podrán brindar unna senda de ilusión a la República. Los que no, seguirán tropezando con sus propias limitaciones sin comprender que la Historia se construye encadenando finales y comienzos.

Héctor Ricardo Olivera

SiGesellnoticias

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