Mire, poco importa si quien preside, diga, viaje, reciba premios, y otros etc., mostrándose como alguien inserto en un mundo moderno, más verbalizada teoría económica, para terminar “regresando” al Fondo, eso sea atrasar, pero confundir el nombre del padre de la patria, eso sea de –atrasado-, ¿entonces?, la mascarada ya no pueda sostenerse más, pero quien atrasa no está solo, cuenta con otros en el congreso que lo avalan, o sea, ¡más atrasados!, aunque, anoche fallaran en contra de la designación por decreto a los dos jueces para integrar la Corte Suprema, pero más allá de ese hecho, estamos copados, gobernados y dirigidos por Epimeteos, pero, ¿cómo es posible que los adelantados permitieran tal descalabro?, hummmm, una sospecha se encarne y murmure que tales adelantados, tampoco lo fueran y simplemente -menos atrasados-.
Uno podrá considerar acerca de la “visión” de uno y del otro, quien defina y determine la condición del adelantado y del atrasado, pero la visión es relato y discurso, es tramposa porque jamás son ¡hechos!, las intenciones rimbombantes o pleitesía al personalismo de turno e hijos de la farándula de los flashes son -sus hechos- vacíos de contenido, porque los hechos nuevos, distintos, arriesgados con el éxito de por medio es lo que determine al adelantado, por el contrario, con el otro se reitere y repitan los hechos del pasado que -no- terminaron bien y tales fracasados posicionen el “potencial” como actos de defensa e inviertan el planteo aristotélico del acto y la potencia, pero -seamos claros-, no hay potencia sin posible acto, por el cual no hay “futuro” si -éste- no está vinculado en los actos del presente, la cuestión son los actos repetidos y reiterados en hechos y determinen el fracaso “típico” del atrasado, ¡el repetir que atrasa!
Y llegados estos momentos una reflexión ¡más que “necesaria”!, porque si por casualidad gobernó en este país una facción política y “señalada” como -adelantada-, volver a ella, es retornar a lo ya hecho, ¿visualizan la paradoja?, el acecho del fracaso al elegir siempre lo mismo nos “atrasa” u ¡otra vez sopa!, por lo cual -no hay- crítica si no hay deconstrucción, ni revolución si -no hay- transformación, y sin deconstrucción ni transformación me temo que todos vosotros sois hijos de Epimeteo.
Juan Oviedo
SiGesellnoticias